Bienvenidos al Medievo

Desde Noruega y Le Pen hasta la "dorada" Grecia.
Artículo de Stelios Kouloglou en el núm. 292 de la revista Lifo (26/4/12).
Traducción: Miguelάκος. Versión original aquí.

Parece una pesadilla, pero desgraciadamente es realidad. En el juicio que se está celebrando contra él en Oslo, el asesino de 77 personas inocentes se queja de que es "víctima de discriminación", tras la orden del tribunal de que se le realizara un reconocimiento psiquiátrico, algo que no haría si fuera un "yihadista con barba". Como "luchador nacionalista" insiste en que sus víctimas, adolescentes en su mayoría, eran "traidores", pues sus opiniones multiculturales ayudan a la entrada de musulmanes en Europa. Y aclara que decidió matar a cuantos parecían "marxistas", mientras que dejó vivir a un joven que le pareció más conservador.

En Francia no es la izquierda de las ideas de humanismo y la solidaridad la que sale vencedora de las elecciones. La sorpresa de la primera vuelta es la hija de Le Pen, heredera del odio hacia la diversidad y los extranjeros que sembró su padre, convirtiendo a sus votantes en decisivos para el resultado de la segunda vuelta -- "os he escuchado", se apresurará a halagarlos Sarkozy el día después. Y el 6 de mayo, el mismo día que en Francia se decidirá el eje presidencial, las elecciones parlamentarias en Grecia, las más calladas e imprevisibles de las últimas decadas, auguran sorpresas y probablemente la entrada de los neonazis en el Parlamento. Al mismo tiempo que Atenas balbuce algo sobre las indemnizaciones de la II Guerra Mundial por parte de Alemania.

¿Cómo es posible que suceda todo esto apenas doce años después de los grandiosos fastos por el comienzo de un nuevo siglo, que prometía más prosperidad, cultura y tolerancia que la anterior centuria de guerras y crematorios que se marchaba? La respuesta está en la propaganda de la nueva extrema derecha que gana terreno en toda Europa, propaganda que se vuelve contra el orden económico y político establecido, la de la "facción de los cuatro" (los tradicionales dos partidos de izquierda y dos de derecha y centroderecha) a los que está dejando aturdidos los últimos años Marine Le Pen. Esta última ganó los "votos de los que sufren", dirá Sarkozy para acercarse a ellos. Todas esas capas sociales que se ven heridas por la crisis reconocen en la retórica de la extrema derecha la fuerza que impedirá su mayor degeneración social y ahuyentará a la cabeza de turco de todos los males: el inmigrante de Ayios Pandeleímon [barrio ateniense con un alto índice de inmigrantes, granero del voto de ultraderecha] o de Marsella, el extranjero que amenaza la pureza nacional noruega.

Sin embargo, en realidad lo que resulta traído de fuera es el Medievo que vivimos: el sistema económico neoliberal que se impuso en EEUU hace treinta años, para servir a los intereses de una oligarquía económica y política, aunque se disfrazara con las teorías del éxito personal y el "sueño americano". No es tampoco casual que incluso la matanza de Breivik sea importada: en nombre del mismo odio por el gobierno central y el sistema establecido, su predecesor americano, Timothy McVeigh asesinó en 1995 en Oklahoma a 168 ciudadanos estadounidenses, entre los que había 19 niños "culpables" menores de 6 años.

Son los efectos de introducir en Europa este sistema en que vivimos hoy, con nuestros mindundis locales para rematar la faena: los Sarkozy franceses que han hecho realidad la islamofobia y el odio a la diversidad, con el desmantelamiento de los campamentos y las deportaciones de gitanos y la prohibición a las mujeres de salir con el rostro tapado, y sus homólogos griegos, que, después dejar que el centro de la capital se hundiera, preparan en tiempo de elecciones "centros de acogida" para inmigrantes.

Allí donde se exilia la justicia y la solidaridad, empolla su  huevo la serpiente: desde Noruega y Francia hasta Grecia, bienvenidos al Medievo europeo.

 

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